La palabra eutanasia produce inquietud y temor.
Instala la “ cultura de la muerte “, que podrá aceptarse como normal con el paso
del tiempo y aplicarse a la carta. El Congreso español acaba de aprobarla,
prescindiendo de la deontología médica y sin dignarse escuchar las opiniones
bioéticas, además de ignorar el mandamiento “ no matarás “ de la ley natural y
divina.
Nadie quiere sufrir ni ver sufrir a otros, pero
para evitar o disminuir en gran parte el dolor de las enfermedades degenerativas
e incurables, o el de sus pacientes en estado terminal, están los cuidados
paliativos, que complementados con la asistencia adecuada y el acompañamiento cariñoso, ayudan a soportarlas y, llegado el
caso, al buen morir.
En vez de gastar los recursos públicos en
fomentar los cuidados paliativos, los centros en donde aplicarlos y la formación
especializada, se ha optado por lo más barato y rápido: la muerte
directa.
No es motivo de orgullo ser el cuarto país
europeo en aprobar la eutanasia, sino una vergüenza. La eutanasia produce
también el “ efecto llamada “, como ha quedado demostrado en Holanda. En nuestro
país, por la laxitud de la ley que la regula, se notará dicho efecto. Cabe
esperar y desear que nuestro T.C. suspenda su aplicación y dictamine que es
inconstitucional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario