De las imágenes vistas y noticias publicadas ayer, Día de la Independencia de Ucrania, sobresalen varias. La del lanzamiento de misiles rusos sobre una estación de tren en la región ucraniana de Dniepropetrovsk, con el resultado de 22 muertos y 50 heridos contabilizados hasta anoche. Las calles semivacías, por elemental precaución, ante la convicción de que Putin ordenaría recrudecer los ataques, para ensombrecer dicha efeméride, causar destrucciones mortíferas y recordar que no cesaría en su planes iniciales, máxime cuando fue fallida la toma de Kiev y tuvo que replegar y distribuir sus tropas para asentar y ampliar sus posiciones en otros territorios ucranianos, más o nada rusófilos, y en la Crimea anexionada por Rusia en 2014. El sonar siete veces las alarmas en la capital ucraniana. Y ¡ cómo no !, las emotivas imágenes de Zelensky y de su esposa en una iglesia ortodoxa, con sus ojos fijos ante los iconos del altar y elevando súplicas desde el interior de sus corazones, así como la ofrenda a los caídos.
Punto de encuentro en el que confluyen opiniones y reflexiones con el afán de aportar un granito de arena al bien de España, de su unidad y lengua universal, la fraternal concordia, recuperar valores ya en el olvido y reivindicar las raíces cristianas de Occidente. Para ello es preciso tomar postura, aspirar a ser un actualizado CRUZADO cuyas armas sean la palabra, la pluma y ejemplar ciudadanía.
jueves, 25 de agosto de 2022
DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE UCRANIA
Paralelamente a lo anterior se oyeron, y
continúan escuchándose, los testimonios de ucranianos entrevistados, orgullosos
de su Patria, que no se arredran ante los ataques de los invasores rusos y
confían en la victoria, para lo que precisan que el Occidente democrático siga
prestándoles el material bélico apropiado, o aumentándolo, con el fin de
enfrentarse con mayor eficacia ante su invasor y recuperar la integridad
territorial de su país.
Todos los expertos, y también los que no lo
somos, sabemos que la guerra en Ucrania va para largo. Se ignora cuál, cuándo y
cómo será el resultado final. Lo que parece claro es que Putin no querrá
aparecer, ni lo desea, como el perdedor que emprendió una guerra descabellada e
injustificada. Ucrania, con la ayuda occidental, podría pararle los pies y
apearle del burro; pero la actual “ Nomenklatura “ rusa, controlada por él, no
está por la labor de descabalgarle, lo cual es un obstáculo a un posible
acuerdo, que contentase a los dos partes enfrentadas bélicamente y facilitase la
paz. Lo deseable sería que “ cada uno en su casa, y Dios en la de todos “, mas
mucho nos tememos que este dicho, y en el contexto a que nos referimos, sea una
entelequia.
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