Hay que leer o escuchar a los historiadores y estudiosos, solventes e imparciales, del criollo Simón Bolívar, para saber quién fue y cómo actuaba “ El libertador “. Resumiendo mucho, se puede afirmar que fue un traidor a España y a los pueblos hispanos en los que, con sus arengas falaces, sembró la semilla indigenista y emancipadora de la Madre Patria. Fue un cruel asesino, vendido a Inglaterra, sin tener piedad alguna con los prisioneros que capturaba, ordenando matarles de forma infame, al igual que a los 800 enfermos de un hospital, simplemente por ser soldados o partidarios de España. No fue la espada limpia ni la persona heroica y el brillante militar que sus admiradores divulgan. Es también ilustradora la opinión que Karl Mark tuvo sobre Bolívar, al que describió como cobarde, tirano, resentido y mezquino.
A esa espada tan vil, reclamó el nuevo
presidente de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, antiguo guerrillero del
movimiento revolucionario y terrorista M-19 colombiano, que la llevaran a su
toma de posesión, pese a que su antecesor en el cargo se opuso a ello, ya que no
es ningún símbolo oficial de Colombia. El Rey D. Felipe VI, hombre respetuoso
con las normas protocolarias, conocedor de la Historia y de lo que la espada en
cuestión significaba contra España, no se levantó a su paso e hizo lo que
procedía al permanecer sentado. El desfile de la dichosa espada obedeció a un
capricho simbólico de Petro, que no figuraba ni cabía en el
protocolo.
Las actitud real ha sido censurada por los “
podemitas”, exigiendo que el Rey se disculpe, sin tener porqué hacerlo. Siempre
buscan un pretexto, por injustificado que sea, para erosionar nuestra Monarquía
parlamentaria y constitucional. Su aspiración es instaurar una República
plurinacional y bolivariana. Son fieles émulos y estómagos agradecidos de los
seguidores de Simón Bolívar. Eso es suficiente para conocer su ralea. La
Historia y la verdad no les interesa, a no ser la fabricada por
ellos.
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