viernes, 12 de agosto de 2022

" LA LEY DEL EMBUDO "

  

 
El Gobierno social-comunista aplica la ley del embudo según sus conveniencias. Es complaciente con los partidos que facilitaron su acceso al poder ( nacionalistas, bildu-etarras y similares especies políticas, más los veletas aduladores ) y detractor feroz con los del centro-derecha y la derecha, que se le oponen y critican por sus erróneas y arbitrarias decisiones. A éstos no les da ni agua, por mucha sed que tengan, ni atiende sus legítimas peticiones, como tampoco sus justificadas demandas de explicaciones. El mayor responsable es el presidente Pedro Sánchez, que es quien dicta y manda. Sus subalternos ( ministros, portavoces y los que conforman el “ aparato “ del PSOE “ sanchista “ ) se limitan a seguir sus directrices y a plegarse a los intereses personales del “ capo “. A los de Podemos, integrados en el Gobierno, les deja hacer, ya que los necesita, pese a sus ocurrencias populistas y disparatadas, pues Sánchez, además de oportunista, es una maestro en ellas.
 
A propósito de las reservas y oposición a determinadas medidas del Decreto Ley sobre el ahorro energético, dijo que las leyes hay que cumplirlas. Pero se ha mantenido callado como un zorro, cuando la Generalidad de Cataluña ha llamado a desobedecer la decisión del Tribunal Supremo, acerca de que en la enseñanza pública en dicha Comunidad se imparta un 25% en castellano. El caso es que la inmersión lingüística en catalán se viene aplicando también en la Comunidad Valenciana y en la de las Baleares, quedando reducida la enseñanza del castellano, en los centros públicos donde se imparte, a algo testimonial o al mínimo indispensable. Con dinero de todos los españoles, Cataluña y ambas Comunidades riegan con millones de euros a las entidades pancatalanistas. Y el Gobierno “ no dice ni mu “, ni hace nada para evitarlo.
 
En fin, es una incongruencia y un dislate decir que hay que cumplir la Ley, lo que nos parece correcto, siempre que no sea arbitraria e injusta, y al mismo tiempo criticar u oponerse a las resoluciones judiciales cuando no gustan, máximo cuando proceden del Tribunal Supremo. Si ello no es “ la ley del embudo “, que se explique cuál puede ser.
 

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