martes, 16 de agosto de 2022

MULETILLAS

  

 
La expresión “ Hay que condenar la violencia, proceda de donde proceda “ es acertada. Pero muchas veces se utiliza, adoptando dicha fórmula general para no comprometerse ni posicionarse, por ideología, cobardía o conveniencia, ante determinados actos violentos de los individuos y grupos que los cometen. Por el mismo motivo, muchos rechazan los “ extremismos religiosos integristas “, para no indicar a cuál o cuáles se refieren. Ambas muletillas les sirven lo mismo para las acciones terroristas, las violaciones de los derechos humanos y el radicalismo islamista.
 
Pero contra el cristianismo, especialmente el católico, todo vale y no se guardan tales reservas, obviando el mensaje evangélico del Amor, en el que no parecen creer. La Iglesia, conformada por seres humanos, es santa, aunque no está libre de que sus miembros, con independencia de su mayor, menor o ninguna posición jerárquica, caigan en pecado, del que son perdonados en el sacramento de la Confesión, siempre que haya arrepentimiento, propósito de enmienda, reparación del mal causado y se cumpla la penitencia impuesta.
 
El relativismo imperante obnubila la capacidad del discernimiento, fomenta el apego insaciable a lo material, a la comodidad, diluye la esencia espiritual del hombre y su destino trascendental. Por eso hay tantas posturas y manifestaciones, aparentemente eclécticas y bondadosas, que encubren un vacío del alma. No hay que temer a la verdad, sino exponerla claramente, con humildad y sin rencor. Cuando tanto se aspira a la libertad, hay que desprenderse de lo que nos impide serlo.  “ La verdad es lo que nos hace libres “, en contraposición a que “ La libertad nos hace verdaderos “. La libertad, por sí sola, es a veces una excusa para no exponer la cruda realidad.

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