Agosto está en su final.
La “ rentrée “ en Septiembre
se anuncia que será fatal,
durará todo el año y el que viene.
Si es así, como se pronostica e
intuye,
no queda más que abrocharse el
cinturón,
exigir que el dinero público no se
malgaste
con sandeces y políticas absurdas,
y que se destine a lo que importa de
verdad.
Los políticos vuelven con las pilas
cargadas,
unos para intentar revertir la calamitosa
situación
y esforzarse por el bien común,
y otros para ahondar las heridas del
mal.
La ética y los valores humanos
arrastran años su declive.
Los responsables e impulsores de ese
relativismo
se regocijan con los logros
conseguidos.
La generación actual y venideras
no merecen tan tristes destinos,
ni verse abocados a la indigencia cultural y
moral
sembradas por el diabólico maligno.
Bienvenidos sean los que vuelven de sus
vacaciones,
que suelen espaciarse durante el año y ligarlas a
los puentes,
pero tengan precaución en el
retorno,
para que no se produzcan tristes
accidentes.
Los incendios han arrasado bosques y
plantaciones.
Ahora se producen tormentas con
granizo.
Y los pantanos están vacíos.
Que no se nos seque el alma
por la devastación sucedida, la sequía,
la cruda realidad y los tenebrosos
augurios.
¡ Preparémonos ! El desastre nacional
reinante
seguirá jibarizando España, encareciendo la cesta
de la compra,
mermando el perder adquisitivo y
robándonos
lo poco que queda en las carteras y en los
bolsillos.
No procede la resignación, sino elevar el
espíritu,
plantar cara y batallar hasta la victoria
final.
Las armas a emplear son la fe y la constancia
ante retos difíciles,
discernimiento, para saber identificar al
adversario,
no fiarnos de sus palabras, fijarnos en sus
hechos
y no equivocarse de papeleta al ir a
votar.
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