miércoles, 3 de agosto de 2022

EL AHORRO ENERGÉTICO

 El ahorro energético es aconsejable y a veces imprescindible. Por eso se hacen recomendaciones y dictan órdenes gubernamentales, debiéndose cumplir éstas cuando son legales y constitucionales. Pero antes hay que consensuarlas o consultarlas con los sectores más afectados, para valorar bien las ventajas y perjuicios que conllevan a los mismos y al ciudadano, sobre todo en el aspecto de la esfera privada, y su proporcionalidad. Si las personas son libres para decidir sobre los consumos de luz, agua y gas en sus casas y negocios, acomodándose a las eventuales contingencias en el suministro y a sus posibilidades dinerarias, es al menos cuestionable, por poner un ejemplo, cuando afecta al alumbrado nocturno de los escaparates de los comercios, pues son sus dueños quienes deberían decidir si les compensa tenerlos iluminados o apagados.

 
Aspecto diferente es lo referente a los edificios públicos, que originan un consumo desorbitado, aunque hay determinadas edificaciones, como las hospitalarias- piénsese en los quirófanos, personal sanitario con jornadas maratonianas y enfermos graves- y residencias de ancianos, en las que no parece adecuado llevar las restricciones a los límites de lo absurdo y claramente abusivo. Disminuir el alumbrado público nocturno parece adecuado, pero a condición de que no reine la negra oscuridad, la cual implica mayor delincuencia, indefensión, miedo y sensación de inseguridad.
 
En situaciones de crisis energética como la actual, derivada por el precio altísimo del petróleo, y las dificultades o reducciones, sobradamente conocidas, para adquirir el suficiente gas, se aducen razones de solidaridad obligada con los países más afectados de la UE, lo que es plausible. Pero la Unión ha calificado últimamente el gas y la energía nuclear como inversiones sostenibles, limpias y renovables, abriéndose el correspondiente debate. Para algunos, sobre todo los ecologistas y la extrema izquierda, la inclusión de la nuclear, a la que se oponen, es como “ mentar la soga en casa del ahorcado “.  
 

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