Los momentos de soledad,
refugiado entre las paredes de casa,
dan para pensar en muchas cosas,
y hacer introspección personal
del sentido que se dio a la vida.
Se recordarán momentos buenos y
malos,
aciertos y errores, anécdotas
variopintas,
lo hecho y lo dejado por hacer;
sincerándose con uno mismo.
No hay que ensalzarse, ni juzgarse con
severidad;
si acaso, procurar no reincidir en lo
indebido,
perdonar e implorar ser perdonado con
humildad,
para que, tras el autoexamen, salir anímicamente
fortalecido.
La vida seguirá su curso. Nuevas vicisitudes no
faltarán.
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