Vayan por delante las condolencias a familias y amistades de los fallecidos y heridos en tan luctuoso accidente, con deseo de pronta recuperación de los últimos. Es el momento para los creyentes de elevar plegarias. Pasados los primeros días de conmoción general, solo perdurará el dolor intenso en los corazones de sus seres queridos y más próximos, para quienes imploramos la fortaleza precisa que les ayude a superar o aminorar el desgarrado sufrir que en ellos anida. Cada gesto o acto de apoyo dignificará a quienes lo ofrezcan, unidos en desprendida hermandad en el dolor, llave del consuelo que preludia la esperanza.
No es el momento de lanzar reproches, si hubiera lugar, de tipo personal o institucional; la Justicia se pronunciará en su momento. Por tal motivo aparcadas quedan las iniciales intenciones de comentar acerca de masivas concentraciones juveniles, bajo falsos pretextos de centenarias “tradiciones” lúdico-festivas generalizadas; alimentadas, promovidas o apoyadas por el Poder, sin distinción de siglas, con tal de “ganarse a la juventud”.
Sobre el lamentable accidente sólo cabe la solidaridad, silencioso rezo, piedad, conmiseración y pasados los primeros días serena reflexión, a todos los niveles, para prevenir, en lo posible, tantas circunstancias que la negra guadaña aprovecha para segar la vida, truncar ilusión y esperanza.
También para ti, maquinista del tren, otra víctima superviviente del trágico accidente, vaya nuestro abrazo y consuelo. El destino puso en tus manos, esa noche, el metálico convoy que, sin pretenderlo, fue instrumento de la muerte.
Dicen las noticias que entre los fallecidos, a falta de finalizar las identificaciones, la mayor parte son hermanos hispanos que, como nosotros, llevan las cristianas raíces. Compartimos la misma Fe, el misterio de la Resurrección de Jesús con la que la muerte fue vencida y de cuya victoria participaremos quienes nos ponemos en manos del misericordioso Padre.Por ello se introduce la canción “Resucitó comunidad San Pablo Panamá” disponible en Youtube
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