sábado, 26 de junio de 2010

LEIRE PAJÍN Y EL BURKA

Amateur "show-girl", aprendiz de cómica, guiñol"zapateril", histriónica en mímica y el decir, cada día nos deleita la sin par Leire Pajín. Sin rubor ni pudor, ora travestida de oráculo interplanetario, ya trasmutada en enciclopédica cátedra,dice digo donde dijo Diego, pasa de abanderada feminista, paladín de la dignidad  e igualdad de la mujer a costurera de burkas; si se tercia a bailarina del sultán,danzas del vientre y velo que sugieren, por engrasadas, voluptuosas carnes.

Lámpara de Aladino, manantial de sorpresas,aceite para el faro de la alianza de civilizaciones. ¿Se puede a la niña del PSOE pedir más?

¿Y qué decir de la otra niña, Bibiana Aido, esforzada Ministra de Igualdad, que no haya manifestado ella a propósito del burka , en escandalosa contracción  de las reivindicaciones que abandera?

A veces se impone jocosa ironía para, con una pizca de humor, olvidar por momentos a ciertos personajes a quienes les viene como anillo al dedo el popular dicho: " Tienen más cara que un saco de sellos".

Sobre el burka se viene hablando y escribiendo abundantemente, por ello solo reafirmar la postura en contra de su uso público por dos razones suficientemente esgrimidas, como son la dignidad y libertad de la mujer y la seguridad. No procede el insistir ni aburrir con comentarios aún de puro sentido común.

Anotar, no obstante, que extraña que el PSOE, a través de sus portavoces, se haya opuesto sin éxito a la proposición votada en el Senado sobre la prohibición del burka. Como " el gato escaldado del agua fría huye", cabria pensar que su postura forma parte de una estrategia de cara a la próxima Ley de libertad religiosa.

Con el pretexto de diversas sensibilidades religiosas y de la aconfesionalidad del Estado,  no resulta descabellado el sospechar que de un plumazo eliminarían el burka y las  manifestaciones publicas religiosas de cualquier credo y concretamente, en lo que afecta a la religión católica, el crucifijo, las procesiones y otras ceremonias publicas de arraigada tradición y devoción populares o, al menos, someterlas a requisitos restrictivos. Todo depende de las expectativas de voto y el grado de sumisión del pueblo; tontos no son.

El Islam por creer, erróneamente, que no les toca o queda lejos, les importa un bledo. Su obsesión, dentro de su combativo laicismo, es la Iglesia Católica.

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