CARAVANA

 

Corren rumores sobre cambios en el Gobierno, posibles ceses,nuevos ingresos y promoción de actuales titulares de cartera. Al margen de las lógicas reservas que deben tenerse sobre lo que circula en los mentideros políticos y de la broma o farsa que supondría la confirmación de nombres en alza, no es esta la solución. El problema es el capitán del barco, el Presidente del Gobierno.

Su crédito, en el interior y exterior, por los suelos.No es persona creíble por su contumaz mentir o negación de la realidad, valedor de populistas dictadores, endiosado de si mismo, tahúr de palabras etéreamente huecas. Qué decir que no se sepa. Quienes gozaron de su cercanía y de los que se desprendió, bien lo retratan.

Paradigma del principio de Peter ha sobrepasado en exceso el nivel de incompetencia, que su megalomanía y mesianismo le impiden reconocer.

Tan solo serias advertencias de personalidades foráneas e instituciones internacionales han permitido que, con ropajes camaleónicos y excesivo retardo, diera ligero cambio de rumbo a la nave peligrosamente escorada por la carga de desaciertos.

Cambio de incierto resultado que el tiempo dirá, recibido con recelo mayoritario.

Bien haría si en un momento de lucidez y responsabilidad, por bien de España, al frente de su reducida mesnada de palmeros, iniciara desértica travesía, en caravana penitente, para reencontrarse a sí mismo. Un oasis le espera en donde pueda saciar la sed y vislumbrar en la noche estrellada la que le señale nuevo rumbo.