Tal vez lo encuentres entre los tesoros guardados en un viejo arcón,
descansando sobre raída manta en un rastrillo o en estantería desconchada de vetusta librería de lance. En la amarillenta tapa decolorada por los años aún podrás leer el título:”Manual de urbanidad y buenas costumbres”. Si te adentras aún por curiosidad en su contenido, pasando con mimo hoja tras otra para no dañarlas más, leerás un compendio de recomendaciones y observancias de los tiempos en los que de la necesidad nacía virtud.
De obligada enseñanza era guía para desenvolverse con respeto y educación hacía uno mismo y con los demás, en familia y en público, en torno a la mesa y en la calle, en el saludo, cesión de preferencia…y así toda una serie de reglas para una convivencia ordenada , civilizada y respetuosa. Cuando más humilde era la posición social mayor empeño en la familia y escuela para estar a la altura cívica esperada y exigible... Lo decisivo era el ser y no el tener.
Ese era el requisito “sine qua non” para alcanzar más alta
formación y no la “ Educación para la ciudadanía” impuesta por la
iconoclasta, sectaria y errática política zapateril.
Agraviado el cultivo de las humanidades, aunque se viene arrastrando de gobiernos anteriores, pretendiéndose un avance de las enseñanzas técnicas-de suyo imprescindibles- que se limitan a generalidades y conducen a engrosar las listas del paro, la excelencia perseguida brilla por su ausencia; con el agravante de bajos niveles de exigencia en cuanto a conocimientos, sacrificio discente y falta de respaldo y reforzamiento de la autoridad docente. De la mano van en caída libre.
Y como a perro flaco todo son pulgas, ahí en las pantallas de ciertas
televisiones tenemos buenas dosis de cicuta, el nuevo “ opio del pueblo” .Siempre se dijo que las funciones de los m.c.s., en general, eran la de informar, formar y entretener. Pues Vds. mismos, miren y comparen. ¡Pobre del medio que pretende ser veraz y honesto!, la amenaza de cuchillos afilados pende sobre él, aunque en gesto que le honre rectifique error o exceso. Pese a todo hay que estar con la verdad, honradez , el ropaje de las buenas formas y los que de ello enarbolan estandarte.
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