Garzón cabalga de nuevo. Ahora parece que quiere coger la batuta de la orquesta de los “indignados”. Diversos medios se han referido a un artículo publicado y firmado por él, aunque hay quienes atribuyen la redacción a un “negro”zurdo, en el que se evidencia identificación con aquellos, apuntando a que quiere convertirse en la cabeza que aglutine el movimiento y liderar un nuevo partido.
Desconocemos si tales sospechas se corresponden a la realidad, mas no sería descabellado el admitirlo conociendo al personaje en cuestión, que muchas “lindezas” ha escrito, o le han escrito, en el referido artículo de las que reproducimos tan solo una: “Hoy nuestra voz de indignados debe acompañar a todos/as aquellos/as que, a riesgo de sus vidas y de la pérdida de otros derechos fundamentales, se rebelaron a lo largo de la historia frente a los acontecimientos más adversos y violentos como el absolutismo o el fascismo, sea éste franquista, nazi o mussoliniano; frente a las dictaduras genocidas”.
No se puede ser más sectario y demagogo de mercadillo. Ninguna referencia concreta, con nombres y apellidos, al genocida comunismo de la extinta URSS, ni a las dictaduras actuales de la misma familia como las de Cuba, Venezuela,… Y como ha hecho referencia al “fascismo franquista”, no vamos a entrar al trapo sobre disquisiciones conceptuales de la historia reciente que, con gente como Garzón, tan ensoberbecido y pagado consigo mismo, para nada sirven.
Tenemos una duda, ¿con Franco hubiera llegado a ser nombrado Juez de Paz o ingresado en la carrera judicial?; en todo caso presumimos que, de haber superado las pruebas, poco tiempo le hubieran durado sus excentricidades megalomaníacas ni se le hubieran permitido torticeras maquinaciones para ocupar sillones más altos. En aquellos tiempos, los primeros- los jueces de paz- se elegían entre gente sin tacha y los profesionales de la judicatura se distinguían por su vasta cultura , dominio de la ciencia jurídica, la discreción y el bien hacer. Actualmente hay muchos que responden a tal perfil, pero sin buscada notoriedad pública que no es el caso de Garzón.
Con lo olvidado que teníamos a Garzón por el repelús que nos produce y ha tenido que surgir lo de los “indignados” para referirnos con desgana a él. Creíamos que con lo que sobre tal personaje escribimos el 13 de Mayo del pasado año (“A garzón que huye, puente de plata”) dábamos por finiquitado el tema. A ver si hay suerte y no perdemos más el tiempo con este hombre. Que se dedique a sus charlas, a sus recorridos indigenistas, a lo que prefiera; pero por favor, no añada más leña al fuego en España, que bastante calentita está.
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