martes, 22 de julio de 2014

PERIODISTA Y PROFESOR EN EL LAGO MAGGIORE.

 

Siempre fue una delicia leer los artículos del gran escritor y maestro del lenguaje Jaime Campmany, fallecido en Junio de dos mil cinco. Sus columnas en el diario ABC- regadas con bonhomía, sátira, sarcasmo y epítetos lacerantes- eran una ofrenda floral al mítico dios Tot.

En este ferragosto anticipado, Julio con días de febriles temperaturas y abrasantes vientos, cabe imaginarle en sus vacaciones estivales: año tras otro pasadas en un chalet con vistas al alpino lago Maggiore en el que se acomodaba para escapar de la canícula veraniega.

Desde allí seguía siendo puntual a la cita con sus lectores, a los que trasladaba los pronósticos sobre la política nacional española y los extensos saberes de su amigo: el profesor Occhipinti, reputado experto en augures, arúspices, gafes, hechizos,... y remedios para vencer los males inoculados por la brujería o el desdichado destino. Entre sorbos pausados de Lacrima Bacci, cada verano repetían el ritual, que nos relataba Campmany con un halo de misterio a medio desvelar, que impelía a excitar la imaginación para volar, sentarte junto a ellos y tratar de indagar algo más.

También falleció Occhipinti. Los echamos de menos. ¡ Cuánta falta nos hacen ahora, cuando se precisa afrontar con acierto los malos presagios presentes y los que se avecinan ! Se dice que, desde lo alto, se refleja el ondular parsimonioso de los dos en las aguas del Maggiore, que guarda celosamente lo que se cuentan al levitar sobre ellas.

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