martes, 1 de julio de 2014

LAS SIETE Y MEDIA.

 

Puede que suceda en algunos otros países, por eso de que en todas partes cuecen habas, pero el nuestro se lleva la palma en los bandazos cíclicos. Ocurre en los distintos campos- político, cultural, educacional, deportivo, económico, religioso, anímico,...-, pasando con frecuencia de un polo al opuesto. Será por nuestra peculiar idiosincrasia, mas lo cierto es que conducimos tímidamente y frenamos a destiempo o pisamos el acelerador a tope, con el riesgo que supone lo uno y lo otro. ¡ Qué difícil nos resulta encontrar el equilibrio del punto medio !

La dicotomía parece ir ligada a nuestro sino: esplendor-oscuridad, unidad-fractura, verborrea revolucionaria- silencios sangrantes, activismo-pasividad, triunfo-fracaso, exaltación-derrotismo, optimismo-pesimismo, orden-desorden, palo-zanahoria, moderación-exceso, ruido-sosiego, mentira-verdad, religiosidad-sacrilegio, despilfarro-austeridad, privilegio-desventaja, cordura-locura, y así ad infinitum. Cada cual puede concretar la casuística que prefiera, sin que por ello deje de arrimar el ascua a su sardina.

Este imprudente juego temperamental evoca, aunque sea aproximadamente, la explicación que sobre el de las siete y media le dio D. Mendo a Magdalena en una conocida obra de Muñoz Seca:

"....Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!..."

Aquí, algunos- con y sin coleta y llevando la apuesta al extremo- están jugando no al citado de los naipes, en el que a la postre cada cual arriesga lo suyo, sino con brasas. Por las funestas consecuencias que podrían acarrear a todos, es conveniente ir preparando los cortafuegos y tener a mano el agua y la manguera.

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