A Maduro no hay que darle tregua,
ni tratarle con contemplaciones.
A tal asilvestrado usurpador,
dictador
y perdedor de las venezolanas
elecciones,
hay que sacarle del Palacio de
Miraflores,
y que lo ocupe Edmundo González,
quien limpiamente y por abrumadora
mayoría las ganó.
Todo el mundo sabe que el gorila
chavista cometió fraude, continúa en el
poder
y es feroz la represión por él
desatada.
Hay que sellarle la viperina boca,
y enrollarle con una maroma
de la cabeza a los pies.
Restablecida la legalidad
institucional
en el país caribeño,
ponerlo en manos de la Justicia,
para que pague sus tremendas culpas.
Algo severo y ejemplarizante se
merece,
para que los venezolanos se desprendan de
él.
Para eludir tal eventualidad,
si la ve acercarse,
es posible que tenga ya planeada la
huida
y el cobijo bajo el manto de los de su
ralea.
Recuérdale, Zapatero, el refrán:
“ A enemigo que huye, puente de plata
“.
De “ mediar “ sabes mucho.
Se dice que de
oro y dinero, también.
“ Favor con
favor se paga “
Otros “ clientes “ no te faltarán.