Se imponen por “ riñones “
la falta de razones.
Parlotean sin autoridad.
Fingen seriedad.
Andares chulescos.
Berrean sin parar.
Teatralizan aspavientos,
sin venir a cuento.
Manipulan los datos.
Tergiversan la realidad.
Actúan en ruedas de prensa,
en el Parlamento y ante
un micro o cámara,
en trascendente plan,
provocando indiferencia o hilaridad.
La gente, asediada a mentiras,
sólo cree en lo que ve y palpa,
y si se adhieren a ellos sin más,
es por estulticia o para sacar
tajada.
Bastantes de estos parlanchines,
representantes de la voluntad
popular
o metidos en el Sistema con colador,
parecen alumnos de “ El maestro
Ciruela,
que no sabía leer y puso escuela “.
Los que no encajan en este refrán,
son “ harina de otro costal “.
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