Amalgama de intereses
sobre el tablero del juego.
Compiten para ser campeones.
No quieren ser perdedores.
Todos desean ganar.
En torno a la mesa,
malandrines y fulleros
reparten y juegan a las cartas.
Hacen trampas con los naipes,
para repartirse la tarta.
Al pueblo honrado,
no le dejan participar en el juego.
Le permiten que sea mirón,
y se alimente de las migajas
que caen al suelo.
Truhanes y marrulleros,
repartidos por el Mundo entero,
son los amos del cotarro.
De ellos hay que estar alejados,
no hablarles ni mirarles a los ojos.
Son pájaros de mal agüero.
Si fisgoneas en sus trapos sucios,
puedes salir malparado y candidato
a que, antes de tiempo, te metan en el
agujero.
Se creen, ¡ pobres infelices !,
inmortales;
pero están en la lista del sepulturero.
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