El pasado turbio o malo
es como el vino agriado.
El primero atormenta al recordarlo.
El segundo produce arcadas al
beberlo.
Demos dulzura a la vida,
conservemos su frescura.
Es una aventura traspasar la selva,
salgamos de ella con buena ventura.
Caminar descalzo entre pedregales,
en los pies causa males.
Con el tiempo aprendemos la lección
y hacemos repaso de lo andado.
¡ Cuánto pesa la losa del mal
recuerdo,
y qué ligera es la del bien hecho !
Somos débiles humanos.
Unas veces tropezamos y nos
levantamos.
Pese a tales flaquezas, ¡ cómo
reconforta
dar la mano a quien se tambalea !
Ayudémonos a elegir la travesía
acertada,
en torno a las que se levantan las
cepas
del buen vino, que se conserva
con todos sus matices, y no se agría.
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