A la gente políticamente fanatizada
le salen sarpullidos y urticaria
en el alma, al referirse a su partido
rival,
en cuya casa, a veces, antes
moraban.
Se esmeran en transmitir sus
malquerencias,
dando por bueno lo que predican
los gurús de su ciega militancia,
y criticando por malo todo lo demás.
No dan el brazo a torcer,
ni con ellos una discusión tranquila
se puede mantener.
A su habitual forma de proceder,
la acompaña, para fascinar,
su errática y supuesta soberbia
intelectual.
Propagandistas a más no poder,
pretenden, sibilina o machaconamente, que
sus
conocidos y contertulios les sigan la
corriente,
cambien de bando y que se pasen
al de su gusto personal.
No entienden el silencio,
como forma negativa de respuesta.
Obstinados en su razón,
siguen llamando a la puerta.
Te haces el sordo y no la abres.
“ A veces conviene hacerse el tonto,
precisamente por no ser tonto “.
Dejad que el común piense,
discierna y decida por sí .
Demasiado se ha visto y se ve,
para que a estas alturas de la vida,
nos señalen el camino a seguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario