Los chinos se las saben todas; sus restaurantes, esparcidos por toda la geografía, se ubican en los sitios más codiciados y cotizados y los empleados son eso, chinos. A partir de los restaurantes han ampliado sus negocios a tiendas y diferentes tipos de actividades comerciales,industriales y de servicios.
Son gente trabajadora, ahorradora y silenciosa, dispuesta a malvivir sacrificadamente unos años, a lo que están acostumbrados, para poder ser un día dueños de su negocio. Se relacionan exclusivamente entre sí, arreglan sus “ problemas” en familia bajo la intermediación y dictado del “ tío”y no causan perturbación social. Simplemente van a lo suyo, procurando no hacerse notar para no llamar la atención.
Todo lo que tienen de reservados para sus cosas, lo olvidan cuando tratan de inquirir sobre los demás, especialmente acerca de sus clientes. Siempre con la sonrisa en los labios, si les efectúas alguna pregunta que no es de su agrado, salen por peteneras, fingen no haber oído o entendido. Si es sobre cómo les marcha el negocio, responden “ poco tlabajo, gente no dinelo, no gasta”; si es sobre algún empleado te dirán que “ familia, soblinos,…”. Ni hay que perder el tiempo preguntándoles cuánto pagan por el alquiler, traspaso o la propiedad, a lo sumo contestarán “mucho dinelo, España muy cala”. Si les preguntas por las “Triadas”( mafias chinas) se hacen el chino,no saben, no contestan.
Tienen su sentido del humor, diferente al nuestro, respetan a los mayores, son aficionados al juego y no los verás en bares españoles salvo para darle a las máquinas tragaperras (últimamente menos), ni en discotecas ni restaurantes que no sean los suyos.Los que deben ser más pudientes siguen frecuentando los casinos,les gusta el oro de 24 quilates y los buenos automóviles.
Algunos continúan con sus talleres clandestinos, mientras proliferan las naves en polígonos industriales a la par que el transporte marítimo para la importación de productos chinos o de donde sean(¡Si los contenedores fueran trasparentes!)
Mantienen las tradiciones familiares de origen, inclusive la generación nacida en España que habla un correcto castellano sin acento, por haber estudiado en nuestros centros de enseñanza. El matrimonio, generalmente, aún tiene que ser entre ellos. Los ancianos optan por morir en su tierra o ser enterrados allí, al igual que ante el desenlace final de un joven; lo otro(¿ qué hacen con los difuntos?) es infundada leyenda macabra.
Lo dicho no obsta a posibles excepciones, como pasa en otras culturas y gentes.Con todo, la extensa colonia china no produce rechazo ni confrontación a día de hoy, a lo sumo recíproca indiferencia y/o tolerancia. Estos orientales viven en su mundo, sin hacer vida social con los occidentales; ese mundo y forma de ser que nos es tan ajeno y desconocido, pero que respetamos; del mismo modo que ellos no se inmiscuyen en el nuestro.
Hay mucho/as chinito/as adoptados por españoles: pero obedece a distintas motivaciones entre las que predomina el Amor y de hecho son, ya, unos españolito/as más. Lógicamente, esta vinculación paterno-filial queda al margen de todo lo expuesto anteriormente.
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