domingo, 8 de abril de 2012

DEL EPITAFIO AL PERDÓN

 

La Semana de Pasión ha finalizado con la victoria de la vida sobre la muerte. ¡ Feliz Pascua de Resurrección!. Toca ahora volver a la cotidiana realidad, a esa otra pasión de la que no se sabe cómo ni cuándo terminará; en todo caso será larga, llena de penalidades, obligados sacrificios y cuando acabe ya nunca volverá a ser como antes.

Como los males nunca vienen solos, cada vez se manifiestan más descarada y provocadoramente los nubarrones secesionistas, hasta el punto de preocupar a los mercados europeos en cuanto dudan si, con el añadido del lío autonómico que tenemos montado, seremos capaces de pagar nuestras deudas y remontar. Cuando se desconfía de la estabilidad y garantía de una nación, los circuitos financieros no suelen arriesgar.

Las clases medias están en trance de desaparecer y son las que durante años han garantizado, con su amplia existencia, la tranquilidad social sin percatarse de ello. Van, al igual que el autónomo, el pequeño y el mediano empresario, en caída libre. Algunos con tal de recuperar las poltronas perdidas, se dedican a poner chinchetas en los que las ocupan ahora, pensando que " cuando  peor, mejor" para sus intereses. Los nacionalistas, como siempre, tensando la cuerda.

O se impone la cordura o a muchos les podría salir el tiro por la culata. El hambre y locas aventuras son malas consejeras. Si toca hundirnos, nos hundimos todos. Los culpables son abuelitos o en edad de serlo la mayoría; por epitafio tendrían la maldición de sus nietos. El perdón por la traición solo cabe esperarlo del hoy Resucitado.

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