miércoles, 25 de abril de 2012

EL PRIVILEGIO DE UNA TERTULIA DE SOBREMESA

 

Pocas veces se tiene el privilegio de contar con la amistad y compartir mesa, seguida de franca tertulia, con personas a las que es un lujo escuchar. Hacía tiempo que no nos veíamos y el sí fue presto a la llamada para el reencuentro con dos " patas negras" de la docencia universitaria,  cuyos profundos y amplios saberes van adornados por la sencillez, valores, rectos principios y elogiable probidad.

Sus puntos de vista sobre los problemas de España, cómo se ha llegado a ellos y posibles soluciones, los dictaba su dilatada experiencia y el sentido común, entendibles para los que formamos parte de la mayoría no experta en tales asuntos, apartándose de los engañosos discursos políticos tan en boga. Mientras empresas españolas y extranjeras han solicitado su asesoramiento, Instituciones oficiales de aquí han declinado su desinteresado ofrecimiento y cuando en alguna ocasión, por propia iniciativa, les han elevado un estudio o informe técnico, sin solicitar contraprestación alguna, debió quedar guardado en algún cajón o engullido por la trituradora.

Les escuchamos desacralizar cuestiones tales como el compromiso a ciegas con la globalización y con el euro, criticar la importación de productos chinos sin exigir contrapartidas o imponer condiciones que igualasen el valor de lo importado con lo allá exportado, denunciar la tolerancia y estímulo para la inmigración sin control, clamar contra el desmadre autonómico y el desmesurado aumento de funcionarios. No faltó la referencia a la generalizada corrupción, favorecida por la inexistencia de una Ley de financiación de partidos, como a la innecesaria representación política en diversos organismos. Y así, una largo etcétera apoyado con datos comparativos con otros países europeos que por hoy omitimos por no abrumar al lector.

Como se habrá podido comprobar son cuestiones que nos planteamos muchos, expuestas didácticamente, pero que no entran en el guión de la jerga política. Da pena que no se recurra a hombres tan válidos, y los hay muchos, que por España ofrecerían gratuitamente lo mejor de su saber; pero claro, no interesa por diversos motivos e intereses y es preferible rodearse de "asesores" complacientes y bien remunerados.

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