domingo, 5 de agosto de 2012

CAMBIO DE RUTINA EN UNOS DÍAS AGOSTEÑOS.

 

Próximamente, si Dios quiere, se pondrá en marcha al automóvil para llevarnos a una localidad costera y cambiar de ambiente por unos días. Más que vacaciones será una mudanza temporal de casa, cambiar la diaria rutina por otra, aunque en eso dicen que consisten las vacaciones. Nos espera el temprano paseo matinal y la posterior recogida de bártulos(toalla, silla plegable, cremas anti solares, gorra, botella de agua y prensa) para sentarnos a escasos metros del mar. De vez en cuando un chapuzón en el agua para refrescarnos y sobre el medio día vuelta a casa, con la bolsa al hombro y la silla en la mano, haciendo mil juegos malabares para que las chancletas no se salgan de los pies. Veraniega estampa costumbrista, recogida en viejas películas, pero sin el botijo ni la sandía.

Tras la ducha, ligera y corta vestimenta hortera implantada por los guiris hace años y a tomar el aperitivo en el bar de siempre. La ración de sardinas a la plancha suele ser lo demandado, por sabrosas y baratas, alternándolo con pescaditos fritos o mejillones al vapor, sin son del día. El conocido veterano camarero nos aconseja en baja voz o con un cómplice gesto para que no se entere el resto de la clientela.

Tomado el aperitivo, vuelta a casa, comida y la sagrada siesta. Antes del anochecer un poco de lectura, supliéndose a veces la cena con un corto "vía crucis" por tasquillas con precios asequibles. Salvo rara excepción, a las doce de la noche a la cama y a las siete de la mañana, antes de iniciar el paseo, el primer descafeinado del día en cercana cafetería a la que acuden los primeros noctámbulos en retirada.

Este es el programa previsto, monótono si se quiere, pero ¿ cuántos, por desgracia, no pueden hacerlo? Este verano aún nos podemos permitir el lujo de cambiar de aires por unos días aunque, eso sí, en tierra española y consumiendo nuestros productos ; aún reconociendo que nada hay mejor que permanecer en casa y descubrir inéditos encantos de tu ciudad y entornos; pero no se siempre conviene hacer lo que por comodidad le pide a uno cuerpo y espíritu. Procede a veces ceder a los legítimos deseos de los demás que, en eso, consiste la convivencia en armonía.

En otro orden de cosas, un querido amigo está bastante enfermito. A diario le visitamos y hace unas horas lo hicimos de nuevo para advertirle que no se extrañe si en unos días no nos ve por estar fuera. Deseamos su recuperación por larga que sea y que no suene el teléfono de su casa para anunciar que se fue; si así fuera, el automóvil emprenderá el retorno para decirle el último adiós y estampar un beso en su frente.

Aguanta amigo en la medida de que ti dependa, el futuro no está escrito ni se puede predecir quién iniciará antes el último viaje sin retorno .Quisiera que te recuperases y un día pudiéramos regresar juntos a Tierra Santa; pero presiento que fue la primera y última peregrinación para ti y para mi. En todo caso no se nos pegará la lengua al paladar, porque nunca nos olvidaremos de ¡ Jerusalén!.

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