" Pero allá va el chaval, con el chaleco y el fusil. Sonríe antes de salir. Su otoño caliente se compone de balas y minas, para que otros tengan la libertad de coger una pancarta". Así terminaba Diego Mazón el artículo "Balas y pancarta" publicado el último sábado en una diario nacional, en conmovedora referencia al soldado español que se juega la vida en Afganistán.Esa frase, de por sí, es un aldabonazo que invita a reflexionar sobre cual es nuestra actitud hacia quienes, enrolados en la milicia, entregan lo mejor de ellos.
Saben nuestros soldados lo que es el sacrificio en su extrema dureza . Disciplinados y valerosos obedecen las órdenes transmitidas a través de la cadena de mando . Aunque su olfato y la cotidiana realidad les hace sospechar que es una guerra perdida y un endémico problema sin solución, procuran atraerse a los nativos aún previendo que algunos de ellos efectuarán el soplo que les pueda hacer saltar por los aires.
No tienen claro que estén prestando un servicio en defensa de su añorada Patria sobrevolada por negros nubarrones contra su integridad; pero allí están , cumpliendo eficazmente la misión que les ha sido encomendada. En el corazón llevan por pancarta " A España servir hasta morir", pese a que el figurín Ministro de Defensa en el Gobierno socialista de Zapatero, llamado José Bono, ordenó borrar el lema, a través de mandos interpuestos, de la cima de una loma leridense por presiones nacionalistas. Entienden que una forma de servir a España es estar en primera línea en cualquier enclave bélico o conflictivo que nuestros compromisos internacionales aconsejen y ¡ bien que lo hace la muchachada del chaleco y el fusil!.
Hay generalizado descontento por los recortes que nos van imponiendo al dictado y por el paro heredado que no disminuye; recortes que en sueldos, hombres y material han alcanzado a las Fuerzas Armadas y solo algunas voces especializadas se han pronunciado de los riesgos que conllevan para la Defensa Nacional. Otros países del entorno europeo, y ¡no digamos! en USA y Canadá por ejemplo, evidencian su alta estima y orgullo por sus soldados, mientras que en el nuestro y entre nosotros sobran demasiados resabios e indiferencia sin darles el reconocimiento y gratitud a que son acreedores .
Hay pancartas y pancartas, como banderas y banderas, Aquí muchas se enarbolan con justicia y razón, otras para perturbar la convivencia y practicar aberrantes formas de entender y ejercer la libertad. No son respecto a estas últimas por las que el chaval asume el riesgo de balas y minas en tan alejados andurriales. Enviado a inhóspitas tierras se enfrenta al enemigo emboscado; mejor así, al menos no tiene que soportar a los traidores y vividores que pululan con altivez e impunidad en su país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario