miércoles, 29 de agosto de 2012

TRATE A LOS DEMÁS COMO LE GUSTARÍA SER TRATADO

 

Produce satisfacción cuando alguien se te acerca preguntando por una calle o lugar concreto y le orientas con acierto. Si se trata de un forastero y/o turista nacional o extranjero la complacencia es mayor por el buen recuerdo que puedan llevarse sobre la amabilidad de la gente de la ciudad visitada, que se refuerza cuando al verlo consultando un mapa-guía local te aproximas y le preguntas si puedes ayudarles, ofrecimiento que es aceptado y doblemente agradecido.

Lo propio ocurre cuando te brindas a sacar la fotografía que deja testimonio gráfico de haber estado en un determinado sitio, liberando al de la cámara de tal menester para que pose junto a su pareja, familia o grupo. Superada la inicial sorpresa, al intuir que por el aspecto y modales no vas a salir corriendo con ella, la deja en tus manos y se une al resto para inmortalizar la imagen con la mejor de las sonrisas. Son pequeños detalles que ayudan a "hacer patria" y pueden contrarrestar algún sinsabor sufrido durante su estancia.

El turismo es una gran fuente de ingresos y la atención prestada al visitante debe esmerarse. El trato frío, distante o descortés empaña la mejor campaña publicitaria, por ello la excelencia debe ser un objetivo a no descuidar y en el que especialmente deben involucrase todos los agentes y sectores concernidos. No tenemos a mano encuestas de satisfacción, pero la observación directa en puntos diferentes del litoral y del interior, durante varios años, lleva a concluir que el trato dispensado es bueno o muy bueno, aunque también se han visto puntuales actitudes que en vez de atraer, espantan. Sabido es que una clientela cuesta mucho de hacer y un mal servicio o trato por parte de quien la atiende tira por tierra lo que tanto costó en conseguir.

Por otra parte nunca faltan los visitantes quisquillosos, que a todo le ponen pegas, que se levantan con el mal humor a cuestas y salen a la calle predispuestos a complicarse y complicar la vida a los demás. Se les ve venir enseguida y el modo más efectivo de desarmarles es el correcto saludo en voz serena acompañado de una suave sonrisa seguida de " Disculpe señor/a, en qué puedo servirle". Dicen los profesionales que trabajan cara al público que la fórmula, generalmente, suele dar buen resultado.

En definitiva, como lema valdría el conocido : " Trate a los demás como le gustaría ser tratado".

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