Nos están dando desde fuera mamporros por todos lados y cuando nos conceden un ligero respiro "poco dura la alegría en casa del pobre", de pronto vuelven los mandobles. En estado grogui, próximo al KO, apenas nos quedan fuerzas para lanzar los puños al aire y al árbitro internacional no parecen importarle los golpes bajos que nos propinan. Por si algo faltaba hay quienes desde casa, en vez de dar ánimo y hacer piña, gritan tongo y que les devuelvan el importe de la entrada; prefieren encerrarse en su federación regional de boxeo y abandonar la nacional.
Con tan lamentable espectáculo, la Federación Europea parece no considerarnos aptos para participar en los torneos, vista la escasa resistencia del boxeador por la mala vida llevada. Le sobra grasa, tripa cervecera y agilidad. El dinero que debió cuidar lo ha tirado a montones y como nuevo rico irresponsable ha gustado costear la troupe que le acompañaba en sus correrías. Ese dinero no era suyo, le fue entregado para que lo administrara juiciosamente en entrenamientos, vida austera y adecuada alimentación.
Pero algunos enloquecen por las mieles del triunfo, lo cual es contagioso, y como han gastado a trote y moche, pegado tantos sablazos y dejado incontables pufos, son lógicos los recelos que originan. En en un momento de sensatez se ha querido rectificar y subirse al ring para, con duros y sacrificados entrenamientos, ganarse la confianza del mánager teutón y que el BCE nos alivie con sus "salchichas" Frankfurt ; pero nos examinan inquisitorialmente para comprobar las expectativas de garantía que ofrecemos y bondad de propósitos, exigiéndonos cada vez más.
Nada ayudan los que no quieren subirse al cuadrilátero, lo abandonan de repente o lo convierten en un campo de batalla. Mánager y "salchicheros" pueden arrojar la toalla abandonándonos a nuestra suerte.
Mientras tanto los mercados usureros practican la lucha del vale tudo, chupándonos la sangre cual vampiros. Sea cual sea el final de este ficticio combate de boxeo, nada será igual para lo que quede de España ni para la generaciones futuras. El mal trasciende a lo puramente económico y laboral, aunque esto es lo prioritario a resolver ante tanta indigencia que vemos alrededor y los negros nubarrones que se acercan.
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