Sucedió en 1987. Un Magistrado-Juez de provecta edad fue víctima de un robo en la vía pública, formulando posterior denuncia ante el Juzgado de Guardia. De la detallada exposición de hechos se transcribe lo siguiente:
"... cuando caminaba por la acera de la derecha fue abrazado por la espalda, levantado del suelo y así conducido a la última de las calles citadas y, sin dejar de tenerle inmóvil, un segundo hombre le sacó la cartera del bolsillo de la camisa, y al ver que no contenía dinero, le preguntó dónde lo llevaba; al decir que en los bolsillos del pantalón, los registró sacando...(detalla la cantidad de dinero); viendo que no había más y creyendo bien remunerado su "Trabajo", lo lanzaron contra la pared y huyeron.."
"Mientras lo dicho sucedía, unas mujeres en coro acompasado. que revelaba buen oficio y hábito, desde sus balcones gritaban:" Policía, Policía", sin resultado positivo pese a sus loables esfuerzos. Y otra señora bien entrada en años y carnes, apareció en la puerta de la calle interesándose por la salud del compareciente, pues según su opinión sustos tales afectan al corazón; sosegada al decirle que no se había sobresaltado ya que no le amenazaron ni esgrimieron navajas, como es usual, procuró darle consuelo diciendo que esos hechos sucedían allí con frecuencia..."
" Como consecuencia de ello, resultó con las ropas manchadas al restregarse con la pared, y un ligerísimo hematoma lineal y transversal en el antebrazo derecho. En orden a lo dispuesto por el artículo 109 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, manifiesta: que no desea mostrarse parte en el proceso y renuncia a la restitución de su dinero".
Un familiar del Magistrado, años después nos relató el acaecido y nos contó anécdotas reveladoras de la templanza, señorío, fino sentido del humor y afición a las letras de su pariente, quien remitió en su momento copia de la denuncia a un policía amigo suyo . Éste, según el familiar, también debería tener sentido del humor ya que le contestó con el siguiente escrito al leer la denuncia:
"Respetado Magistrado y distinguido amigo: El relato exquisito de tan desafortunada aventura, sobrecogiome. Tamaño escarnio a la Justicia, en volandas llevada, " furtada ", sin reparar los villanos en la edad, buena planta y canoso pelo, no debe escapar a las pesquisas del Santo Oficio, encareciendo a mis "alguaciles" rastreen campos, veredas, posadas y ríos en busca de tan viles salteadores que, de haberlos, a buen recaudo quedarán hasta tanto purguen y arrepentidos sean de sus muchos pecados".
"Consuélame, por otra parte, la afección que te demostraron las honestas mujeres que presenciaron tan cruel tropelía. Lejos quedan los tiempos, pues los años y el oficio atemperan, que menguadas en edad tales hembras, holgando con ellas hubiéranse reparados los efectos del escarnio sufrido."
El familiar accedió a nuestra petición de si podíamos sacar sendas fotocopias de la denuncia y la carta que conservaba como recuerdo; así lo hicimos y husmeando esta tarde entre viejos papeles nos hemos tropezado con ellas. Hemos disfrutado con su nueva lectura, trasladado quedó su contenido aquí por si algún lector añora la correspondencia epistolar, la máquina de escribir y la pluma estilográfica. Al propio tiempo, ha servido de pretexto para alejarnos de los temas habituales y hacernos recordar que nunca vienen mal los toques de humor. El Juez y el policía lo tuvieron.
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