domingo, 27 de octubre de 2013

CLAMOR POR LA JUSTICIA.

 

La plaza de Colón en Madrid ha sido testigo hoy de la gran concentración en apoyo a las víctimas del terrorismo y contra la excarcelación de los pistoleros etarras. Las sentencia de la Sala Suprema de Derechos Humanos de Estrasburgo, a favor de la irretroactividad, contradictoria con otras anteriores, que también beneficiará a otros presos de múltiples y gravísimos delitos, y la inaudita celeridad con que se ha empezado a ejecutar en España, han sido las gotas que han colmado el vaso de la paciencia y la indignidad.

Junto a las voces de las víctimas, miles y miles han clamado para que se haga JUSTICIA, en mayúsculas. Tal vez caigan en saco roto; pero pesarán como una losa en todos aquellos, sea en Estrasburgo o en España, que han participado, de uno u otro modo, con la ignominia. Ignominia, engaño y la exigencia de que tienen que haber vencedores y vencidos, se escuchó por los altavoces; pues no se ha tratado de una guerra, sino de una cacería en la que los asesinos han puesto la pistola y el coche bomba, y las víctimas han sido los inocentes corderos sacrificados por el odio fanático a España. En buena lógica, los vencedores deben ser las víctimas, la Democracia y el recto concepto del Estado de Derecho; los vencidos, los verdugos.

Víctimas, además de los directamente afectados, han sido todos los españoles de bien. Cuando se amputa un miembro del cuerpo, se resiente todo él, dejando secuelas. Aquí, además de dejar sin vida a casi un millar de compatriotas, se han causado infinidad de amputaciones en el cuerpo social, que han afectado en lo físico y emocional, truncando malvadamente ilusiones y proyectos de futuro.

Las víctimas no buscan revancha ni actúan por enfermizo rencor; solo piden que se haga JUSTICIA con quienes causaron tanto dolor y desolación, sin que hayan reconocido su maldad ni pedido públicamente perdón. Son irredentos criminales que, presos o en libertad, se vanaglorian de sus sangrientas hazañas; con ellos falla cualquier intento de resocialización y reinserción en la sociedad normal; están abducidos por la secta terrorista.

En la plaza de Colón seguirá izada la bandera de España, paño de lágrimas y fortaleza de quienes, concentrados hoy a sus pies, merecen constantemente apoyo y consuelo; con palabras y con hechos. Su causa, que es la de todos, nos incumbe, y en especial a los que tienen poder de decisión; es de merecida justicia.

1 comentario:

  1. Yo ayer estuve en la Plaza Colón de Madrid, no me importó desplazarme desde muy lejos para estar al lado de las víctimas. Y como yo, miles de españoles que clamaban por justicia (que no venganza). Solo recordaré una frase que dijo ayer una superviviente de un atentado terrorista: "Sí hay quienes cumplen las penas íntegras, las víctimas".

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