Ya ha empezado la vacunación antigripal que, salvo para los casos médicamente contraindicados, es recomendable para la salud corporal. Previene contra el virus de la gripe que, en su propagación y contagio, afecta a los no inmunizados contra ella y, consecuentemente, a amplios sectores familiares, laborales, educativos, profesionales... y, en general, sociales, en los que las personas conviven, se desenvuelven o frecuentan de uno u otro modo.
Es un progreso más de la humanidad, en su constante desarrollo por satisfacer necesidades y abrir nuevas vías que permitan una vida mejor y de mayor calidad. También se ha avanzado, aunque queda mucho por hacer, en compromisos por la paz mundial, la convivencia y concordia recíprocas, y la solidaridad con los más vulnerables y desfavorecidos; pero no se ha descubierto científicamente la vacuna que lo garantice.
El virus acechador que lo dificulta no es biológico; reside en el espíritu del hombre, y desde él se propaga impulsado por las fuerzas del mal que gravitan en torno a la avaricia, el egoísmo, la envidia y la impiedad. Sólo desde la renuncia a uno mismo, el desprendimiento de lo terrenal efímero y puestas las miras en la trascendencia del ser humano, se puede ir cultivando para que el anímico virus maligno mute a inactivo e, inoculado en el corazón, desarrolle los anticuerpos que protejan a la humanidad de las iniquidades que se perpetran y sufre; o, al menos, minimice sus efectos a límites tolerables, aún cuando sigan siendo indeseados y repudiables.
Hay sanadores por todo el mundo, tratando de aliviar las dolencias del cuerpo y del alma. Con su entrega van repartiendo pequeñas dosis de su personal vacuna. Podemos ayudarles, desde la distancia, de diferentes modos y en distintas ocasiones; siendo una de ellas, el generoso apoyo a la Iglesia misionera con motivo del Día del Domund que tendrá lugar el próximo domingo, 20 de Octubre, bajo el lema: "Fe + Caridad= Misión"
La panacea para remediar todos los males no está al particular alcance; pero sí podemos hacer nuestra personal aportación, cada cual según sus posibilidades, para que las dosis de vacunación contra la miseria y la explotación aumenten y éstas vayan remitiendo. Si, además, se eleva una oración, miel sobre hojuelas: refuerza la vacuna.
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