Tuvieron prisa en quitarse el muerto de encima. No habían trascurrido 24 horas, desde que se certificó la defunción, cuando el papeleo para ejecutar el entierro estaba listo. Al "virus retroactivo" lo sentenciaron en Estrasburgo, volando llegó a España y con pasmosa celeridad se le dio el primer tiro de gracia. Pocas horas después era dada de alta en un "hospital" gallego con barrotes, una mujer alimaña, Inés del Río; la primera beneficiada por la pócima recetada por el TEDU (Tribunal Europeo de Derechos Humanos) que la libró definitivamente de los efectos del "virus" ya ajusticiado.
El fallo del TEDU no obligaba a actuar con tan inusitada celeridad a la Audiencia Nacional y a su Fiscalía, poniendo en libertad a Inés del Río, máxime si se tiene en cuenta la generalizada conmoción que causó en España, y no solo entre las víctimas del terrorismo. Faltó la sensibilidad para no rascar en las heridas recientes de los corazones dolientes, sabiendo que en el mundo y entorno etarras darían prontas y jubilosas muestras de victoria y apremiarían para la puesta en libertad de los que faltan por salir. Que, al menos, si no hay otra opción al " goteo", que se ralentice lo máximo posible.
Ayer fue un día triste, preludio de otros que se avecinan. Lágrimas de indignación se derramaban en España, y de manantiales ya resecos, de tanto llorar durante años, empezaron nuevamente a fluir regueros de dolor. Será legal; pero no es justo que haya empezado la cuenta atrás para que los más peligrosos delincuentes, asesinos múltiples de diferente especie y compulsivos violadores, puedan campar a sus anchas.
La maquinaria de la infamia inició su recorrido cuando Zapatero, otra vez Zapatero, impulsó el mal llamado " proceso de paz"; eufemismo utilizado para encubrir la iniquidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario