Hipócrita escandalera se ha formado con el espionaje electrónico norteamericano. Muchos se rasgan las vestiduras como si repentinamente se hubieran caído del guindo; cuando por su profesión y conocimientos saben que la práctica del espionaje, mediante procedimientos de todo tipo, legales o no, se ha practicado, se realiza y seguirá haciéndose por todas las naciones en defensa de lo que consideran sus respectivos intereses.
La mayor o menor actividad, sofisticada o rudimentaria, que a tales fines despliegan, está en función de sus prioridades y posibilidades; habiendo relaciones de colaboración entre los servicios de inteligencia de distintos países, en aquellos asuntos por los que tienen una preocupación y objetivo común. Este tipo de colaboraciones no siempre son francas y transparentes al cien por cien, pues, aunque sean recíprocas, lo primordial es barrer para la casa propia. Eso lo saben y lo practican todos los servicios que, por su carácter de secretos y para no entorpecer las relaciones, no suelen airear los desencuentros ni las puntuales deslealtades.
También se produce intercambio de información, por extraño que pueda parecer, con potencias que son, o pretenden ser, los ejes rotatorios de ciertas áreas geoestratégicas, y con naciones que orbitan en torno a ellos; pese a la colisión de intereses contrapuestos y diferencias que los distinguen.
Tema morboso y recurrente el del espionaje; últimamente, el pan nuestro de cada día en algunos medios. Pero,¡ casualidad!, solo apuntan en la misma dirección. A su rebufo, se han movilizado algunas cancillerías europeas, en obligada demanda, cara a la galería, de explicaciones a USA. Acabará, como no puede ser de otra manera, con " pelillos a la mar".
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