Impresionan los relatos documentados de los asesinatos, y no pocas mutilaciones previas, de los 522 hombres y mujeres de Dios que ayer fueron beatificados en Tarragona como mártires del siglo XX en España. Miles sufrieron idéntico y cruento Vía Crucis de la furia anticatólica desatada contra obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y laicos, y muchos de ellos ya han tenido, anteriormente, el mismo reconocimiento martirial por la Iglesia.
Su " culpa": el ser seguidores fieles de Jesucristo y no sucumbir ante las tentaciones de los verdugos para que renegaran de Él, que en muchos casos les exigían para librarse del sacrificio. Fue la culminación vesánica de una persecución religiosa, perpetrada durante la guerra civil de 1936-1939, presagiada por la activa hostilidad contra el catolicismo que ya se puso de manifiesto a partir de 1934. Murieron perdonando a sus ejecutores y torturadores, en sublime prueba de cristiano amor.
No pretende la Iglesia reabrir viejas heridas ni buscar culpables. Tan solo ha expuesto y honrado el ejemplo de esos hombres y mujeres que fueron sacrificados por mantener la firmeza en la Fe, en heroicidad suprema del testimonio cristiano. La sangre que derramaron debe servir de acicate para que el amor triunfe sobre el odio y estemos prestos al perdón.
Excelente artículo. Llega al corazón de los cristianos.
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