El cese de la portavoz del grupo
parlamentario del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, se veía venir. Conocidas eran
sus discrepancias con la línea política seguida por altos dirigentes de su
partido y algunos de sus barones territoriales. A veces se comportaba como
portavoz de sí misma, y no del grupo parlamentario de su partido. Ella,
perteneciente a la derecha liberal, defendía y quería dar un nuevo un nuevo
rumbo al PP en el campo ideológico y cultural, y que abandonara sus complejos.
En el Parlamento, sin alterarse y con voz suave, deslizaba cargas de profundidad
contra sus adversarios de la izquierda y los
secesionistas, que temían sus intervenciones y se escabullían de ellas como
podían. Mujer culta y de verbo fácil, desmontaba la supuesta superioridad moral
que se atribuyen las izquierdas, a la vez que ponía al descubierto su doble
rasero de medir y las incoherencias entre lo que decían y lo que
hacían.
No se arredraba ante nada ni ante
nadie. Se expresaba libremente, tal como pensaba. Era y sigue siendo el “ verso
suelto “ que incomoda a propios y extraños. No obstante, gozaba y goza de
admiración y estima en gran parte de las bases y simpatizantes del PP, dada la
valentía y claridad con la que expresaba sus planteamientos y la unidad de
España, a la vez que criticaba el feminismo impostado, la revisión histórica
sesgada, el victimismo nacionalista y la nefasta gestión del Gobierno
social-comunista, el cual está encantado, al igual que los separatistas, por su
cese. Ante el estado calamitoso de la Nación, abogaba últimamente por un
Gobierno de concentración entre el PSOE y el PP, sin depender de populistas y
nacionalistas, opinión no compartida por Casado.
Su ideario lo mantiene a día de
hoy; no sabiéndose si abandonará el escaño y su partido, cuál será su futuro
político y si el cese motivará un trasvase de votos a VOX. Algo que no parece
preocupar a la dirección del PP, ya que es un partido sólido, cuenta con cuadros
competentes y con experiencia, y confía en aumentar el número de sus votantes.
El tiempo lo dirá. Siendo como es Cayetana, resulta difícil imaginársela
arrojando la toalla en defensa de sus principios y valores. Lo que ha
sorprendido es la rueda de prensa que convocó tras el cese y lo que dijo en la
misma. Aunque tuviera motivos para estar dolida, tal vez hubiera sido más
prudente que hubiera mantenido silencio durante un tiempo, máxime en una mujer
de estudio reflexivo como ella; pero no va con su carácter, un tanto prepotente.
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