Está triste la muchachita.
No coincide en la calle
con su primera ensoñación juvenil:
jovencito de ojos azules
y melenita de pelo rubio.
Al cruzarse guardaban silencio,
sólo fijaban sus miradas entre sí,
siguiendo cada uno su camino,
mas al pronto volvían sus caras,
mirándose fugazmente con disimulo.
Ella se pregunta: ¿ Quién es,
dónde vive y dónde va
su idílica ensoñación ?
Lo mismo se interroga él.
Ambos desconocen
que su diario caminar
obedece al mismo fin:
visitar y atender a sus abuelos,
que solos se quedaron.
Las muchachas que los cuidan
se fueron de veraneo
y sus padres están de crucero.
La muchachita y el también
compungido jovencito
ansían coincidir otra vez,
detener el paso,
bajarse por un momento las
mascarillas,
ver la intuida beldad
de sus rostros
que esconden aquéllas,
sonreír y decirse a distancia:
¡ hola !
Presumen que será un buen inicio,
para conocerse y quedar prendados
entre sí: la una y el otro.
Embrujo del verano
en ciudad adormilada;
estampa de ilusiones
al encuentro del inocente primer amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario