¿ Cómo será el más allá ? ¿ Hay vida después de
la vida o sólo existe la nada ? Son preguntas que se hacen con frecuencia. Los
que afirman que con la muerte acabó todo no pueden demostrarlo. A los que
sostienen lo opuesto les sucede lo mismo. Es la confrontación de pensamientos y
sensaciones diferentes a lo largo del devenir de los tiempos.
Desde la más remota antigüedad se ha creído en la
pervivencia del espíritu después de la muerte, rindiéndose cultos, ofrendas y
sacrificios a los muertos, dependiendo tales ritos y tradiciones de las
creencias en cada época y lugar. Las teorías sobre la reencarnación en otros
seres vivos subsisten en la actualidad.
Las tres principales religiones
monoteístas(judaísmo, cristianismo e islamismo) predican sobre la trascendencia
del ser humano, la existencia de vida eterna después del último suspiro terrenal
y la realidad de un Dios único, omnipotente, justo y hacedor de todo lo creado.
Las politeístas tienen a diferentes “ dioses “, identificándolos con el universo
astral, los elementos de la naturaleza, los acontecimientos y usos de esta vida
y un largo etcétera, representándolos mediante ídolos y otros símbolos con
advocaciones múltiples a tales “ divinidades “.
La Fe de la monoteísta religión católica se
fundamenta en el misterio de la Santa Trinidad: tres personas distintas-Padre,
Hijo y Espíritu Santo- en una sola naturaleza divina. El Hijo Jesucristo reveló
este misterio, recogido en la recitación del Credo de la Iglesia: “ Creo en Dios
Padre todo poderoso, creador del cielo y la tierra.......... en la resurrección
de los muertos y en la vida eterna. Amen “ Todo el Credo es una proclamación de
Fe que abre vía a la Esperanza.
La mística Santa Teresa de Jesús expresó su
frenesí de reunirse con el Amado al escribir el poema: “ Vivo sin vivir en mí/,
y tan al alta vida espero/, que muero porque no muero/...” Pocos son los
mortales que alcanzan tan elevado y sublime
misticismo. Muchos de los creyentes carecemos de una Fe robusta y sin titubeos.
Por eso hay que labrar día a día ese don divino y gratuito, para que dé fruto y
podamos afrontar sin miedo, cuando llegue, el momento final, con la Esperanza de
renacer a la nueva vida.
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