viernes, 21 de agosto de 2020

REPRESALIAS MORTALES DEL KREMLIN

  

 
El pasado jueves trascendió que el opositor ruso Alexei Navaini, que se destaca por sus constantes críticas a Vladimir Putin, antes de tomar el vuelo para regresar a Moscú desde Tomsk(Siberia), se tomó un té en el aeropuerto de esta ciudad, según su portavoz Kira Yarmysh. Pero en el vuelo de su pretendida vuelta se sintió muy mal, teniendo el avión que aterrizar de urgencia en el aeropuerto siberiano de Omsk y ser trasladado al hospital de este ciudad e ingresado en la UCI. El citado portavoz sospecha que “ habría sido envenenado con alguna sustancia añadida a su té ”, y que “ la reacción evasiva de los médicos solo confirma que se trata de una intoxicación”.
 
No es una novedad la utilización de sustancias mortíferas por parte del Kremlin para eliminar o intentarlo a sus críticos y disidentes destacados. Algunos ejemplos recopilados de informaciones publicadas:
 
El ex agente ruso Serguéi Skripal y su hija fueron intoxicados en 2018 Inglaterra por un gas nervioso de naturaleza militar y fabricación rusa. Estuvieron hospitalizados en estado grave, pero consiguieron salvar sus vidas.
 
El también ex agente Alekandr Litvinenko falleció en Londres en 2006 por radiación de polonio-210.
 
La periodista Anna Politkóvskaya, al igual que Navaini, enfermó al tomar un té en el vuelo que la conducía a Osetia del Norte. Aunque sobrevivió, fue asesinada en 2006 frente a su domicilio en Moscú.
 
Victor Yúschenko, candidato de la oposición a la presidencia ucraniana frente al candidato pro ruso, fue intoxicado con una toxina cancerígena en 2004 durante una comida, quedando desfigurado su rostro.
 
En 1959, el líder nacionalista ucraniano Stepán Bandera murió tras ser tiroteado con una pistola rociadora de cianuro.
 
Georgi Markov, periodista búlgaro y exiliado en Inglaterra, el 7 de septiembre de 1978 sintió un pinchazo en su muslo derecho, cuando se encontraba esperando el bus en el centro de Londres, inferido por un hombre que llevaba un paraguas y que se alejó del lugar. No le dio importancia al pinchazo, pero falleció 4 días después, al parecer envenenado con ricino. Parece ser que este asesinato lo ordenó el gobierno comunista búlgaro.
 
Este tipo de represalias asesinas, que ya eran llevadas a cabo por la KGB durante la guerra fría, siguieron efectuándose después. Son una brevísima muestra de la maldad intrínseca del comunismo. Pero, a día de hoy, hay quienes no quieren ver estas y otras criminales barbaries más, que empezaron con la revolución soviética.

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