miércoles, 26 de agosto de 2020

LÍDERES

 Las batallas se ganan día a día. Los capitanes valientes, con su experiencia, conocimiento del terreno y liderazgo, son decisivos para el desenlace de las mismas. Si acaece una derrota reflexionan sobre el porqué de la misma, qué ha fallado en la táctica llevada a cabo, planifican otras, y levantan con su carisma y ejemplo la moral de la tropa para vencer en la próxima contienda. El resultado último de todas ellas determina el final victorioso o el desastre total.

 
Previsión, anticipación y pronta reacción son también cualidades exigibles e inherentes de todo buen capitán, que siempre va al frente de sus soldados. Asume las responsabilidades de su oficio, no las endosa a otros ni hace dejación de sus funciones. Siempre “ está al pie del cañón”, ejerciendo su liderazgo indiscutible.
 
Las batallas y las guerras no siempre son armadas. Se dan también para vencer las calamidades y desgracias que sufren las naciones, cuyos presidentes no deben “ escurrir el bulto “, sino “ dar la talla “ de un buen gobernante y líder. Pero a nosotros nos interesa juzgar la del nuestro, la del que nos gobierna. Vds. dirán. 

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