Llamar “ mafiosos ” a los que organizan y sacan beneficio económico con la ocupación ilegal de viviendas, alquilándolas o subarrendándolas sin título legítimo para ello, es una calificación impropia. No son más que vulgares delincuentes de baja estofa. Las verdaderas mafias, como la siciliana, la napolitana, la calabresa y otras más existentes en el mundo, ejercen sus diversas y clásicas actividades criminales. A menudo se enfrentan y compiten entre sí, se reparten territorios, establecen alianzas y sellan las paces más o menos duraderas, tienen sus “ código de honor “ y, con frecuencia, conforman un “ Estado “ paralelo a los propios Estados.
Tampoco conviene confundir a los que
encontrándose en extrema precariedad, sin techo donde cobijarse con su familia,
ocupan una vivienda ilegalmente, que es o no la habitual de su propietario, con
los “ listillos “ que se instalan en ellas con ánimo de permanencia, disfrutando
gratuitamente de sus estancias y servicios, y ocupando sucesivamente una tras
otra, para hacer lo mismo, cuando pasado mucho tiempo son desalojados
judicialmente de la que utilizaban como amos y señores. A ello hay que añadir la
problemática de convivencia y alarma social que causan éstos últimos en el
entorno.
Hay que intentar comprender a los que se
encuentran en situación límite y desesperada. Pero la solución a su situación
calamitosa corresponde a las Administraciones y sus servicios sociales, sin
perjuicio del posible reproche penal, que suele ser más benévolo, si ocupan una
vivienda ajena. Contra los mal llamados “ mafiosos” y los “ listillos “, que
saben las argucias legales al respecto, sólo cabe actuar con la rápida actuación
de la Justicia, que facilite el inmediato desalojo y penalice severamente la
usurpación del inmueble. Un cambio legislativo al respecto es urgente, aunque no
es una prioridad del Gobierno.
A ningún mafioso verdadero le ocupan sus
propiedades. Los profesionales del movimiento “ Okupa” no se atreven a hacerlo ¡
Por algo será!
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