Aunque te “ gusta la fruta “
no puedes tragarla ni olerla;
está podrida, plagada de gusanos
y pasada de temporada y año.
Hay que sacudir al árbol,
para que se caiga de él,
y se la coman los jabalíes
y los campestres roedores
Ya no sirve como guano
para fertilizar el campo
que, arrasado, devino
en estercolero solar.
Las raíces, el tronco y las ramas
nada bueno han dado de sí.
Sus injertos son tóxicos.
Oteando en torno a la decrépita
plantación, al ver los olivares
arrancados,
musita el labrador: me quedo también
sin el aceite virgen extra ¡ Con lo
que
me gusta el líquido oro y la fruta !
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