Los verdugos de la honradez
y de la dignidad de la Nación,
no hay que buscarlos en tierras
extrañas;
los tenemos aquí, sacando sus malas
entrañas
contra la hidalguía tradicional de
España.
Los artífices de tal felonía son los
bandoleros
sanchistas, empezando por su jefe, y las
cuadrillas de compañía;
actuando a la luz del día o en la
oscuridad
con sus pactos y vergonzantes
tropelías.
Cuando salen a relucir- cada día hay
noticias
nuevas o complementarias- las niegan
al unísono, con una “ cara que se la pisan
“.
No reparan en medios, para quitarse de
encima
tanta mugre y porquería acumuladas;
arremetiendo contra los que las
investigan,
sean de la Guardia civil, de otros
cuerpos
policiales, de los jueces y fiscales
independientes,
y de los periodistas que las
publican.
De este sistémico mal, del que harto se
está,
conviene librarse, a no mucho tardar.
Sus seguidores silentes, a toro pasado
dirán:
“ No lo sabía, no lo podía imaginar, creía
eran infundios “. Y es que hay
muchos
resabios, ciegas pasiones y
estómagos
agradecidos, que no se quitan la
venda
de los ojos y se tapan los oídos, para
no ver ni escuchar lo que no es de su
agrado.
Repugnancia da mencionar el nombre
de este personaje, jefe de las filas
sanchistas,
que por sus obras conocido es.
La concentración del 8 de Junio en
Madrid,
convocada por Feijoo, debería ser seguida
masivamente, obviando o aparcando coyunturales
controversias partidistas, por todos los discrepantes
del innombrable ególatra que, por mantenerse
en el poder, ha
hecho trizas de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario