Antes del Cónclave los informadores preguntan,
y algunos cardenales responden,
manifestando
su opinión sobre el ambiente
preelectoral,
las tendencias existentes, y que el
Espíritu
Santo iluminará las mentes y
corazones
de los purpurados, para acertar en la
elección.
Tales prelados, aunque se pronuncian con
cautela,
deberían guardar silencio, para no aparentar
personales preferencias ni, sibilinamente,
inclinarse por alguna de las corrientes
papales.
Les bastaría con decir “ Dios, a través del
Espíritu
Santo, proveerá. Es tiempo de escucha y
oración.
No puedo distraer mi interna reflexión
“.
Atrevido es lo expuesto por un creyente de
base,
tratando de aconsejar a determinados
cardenales
sobre la conveniencia de callar o qué decir,
ante preguntas comprometedoras.
¿ No reparan desde su altura
eclesial,
que las declaraciones a destiempo
pueden
causar, al creyente de medio pelo, confusión y perplejidad ?
Si, por lo expuesto, se ha pecado de juicio
temerario,
¡ Perdón y Absolución !
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