“ El “ pardal “ llamó “ pájara “
a su ministra de Defensa,
sin decírselo a la cara.
Lo comentó a un ex ministro,
hacedor de supuestas marrullerías
delictivas,
y al que cesó para cubrirse la
espalda.
Ambos se entrevistaron de tapadillo
en los jardines de la Moncloa,
para evitar testigos y escuchas.
Lo que parecía una reconciliación,
fue un juego de truhanes,
en el que los dos eran malos;
pero el ex e invitado era y es
más listo, espabilado y ducho
en los asuntos sucios.
El “ pardal “ es un pájaro
de mal agüero, y la “ pájara “
ha disimulado el disgusto,
que se ha llevado, por el sentido
peyorativo que conlleva tal
apelativo.
El “ pardal “ es el autor de la
partitura
y actor principal de este enredo,
en el que varios salen malparados.
Pese a parecer un sainete o vodevil, puede
acabar como “ El gallo de Morón,
sin plumas y cacareando “.
A los que desfilan por el escenario,
sean intérpretes principales,
secundarios,
figurantes o de relleno “ se les ve el plumero
“.
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