No hacía falta conocer los “wasaps “ cruzados
entre Pedro Sánchez y José Luis
Ábalos,
para “ amansar “a determinados barones
socialistas,
críticos con los
desvaríos políticos del primero;
haciendo el segundo el papel de “ mamporrero “.
Sabida era ya la amoralidad y falta de escrúpulos
del presidente y el papel de su dócil mensajero.
Para que la mala vida de éste, a base de
conocidos
escándalos sórdidos, no le salpicaran, lo
cesó
posteriormente de ministro y expulsó del partido.
Sánchez es un hombre de “ guerra traicionera
“.
No concede indulgencia a quien osa
meterse
con él, su familia y personales
intereses.
Actúa como si nada ni nadie estuviera
por encima de él. De su capricho hace Ley.
El círculo gubernamental que le
rodea,
le adula y le teme, porque le “ conoce
“.
Algún día, cuando antes mejor,
caerá.
A España le ha traído mal fario.
Mientras tanto, conviene alejarse de él.
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