Los enemigos internos de España
van a sus intereses y rollos.
Creen que la han inventado;
ignorando sus raíces, que fue un
Imperio,
sus avances, retrocesos,y
los garrotazos recibidos y dados.
El solo nombre
de Ella les causa
rechazo; pronunciándolo por
compromiso,
como si les fuera un ente extraño.
Mala gente es la que provoca la división,
empeñada en el victimismo aldeano
y la confrontación; relegando el idioma
común,
español o castellano, al oscuro
rincón.
Peores son los gobernantes y
legisladores,
que alientan y alimentan tales trapacerías y
delirios,
así como los sectaristas educadores
y propagandistas que conforman tal
calaña.
Contra ellos hay que enfrentarse,
denunciando y desmontando sus
falacias;
aunque podríamos llegar tarde, si la
movilización patriota no es continua
y cuantiosa, ocupando calles y
ciudades.
Malandrines y bellacos han
traicionado
a España, hiriéndola de muerte
y repartiéndose sus despojos..
Pero si queda valor y decencia,
se la puede levantar de la
postración,
curarla y que ondee la Bandera :
“ símbolo de la Nación, signo de la
soberanía, independencia, unidad
e integridad de la Patria y
representa
los valores superiores expresados
en la Constitución “.
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