Hacen falta vocaciones, para
cultivar
el creciente páramo de la
cristiandad.
Los seglares comprometidos aminoran
el secarral, pero no pueden
sustituir
a los ordenados y consagrados,
celebrar la eucaristía y confesar.
El mundo precisa ser pastoreado
y misionado, sentir la cercanía
y las evangélicas palabras,
que le lleven a postrarse ante
el Crucificado, amarle y seguir
sus pasos, desprendiéndose
del relativismo coyuntural,
y sentirse atraído por Amar,
dejarse ser Amado, Perdonar
y aceptar ser Perdonado.
La intercesión de María,
plena de gracia, hará reverdecer
la marchita Fe ,
brotar la Esperanza
y practicar la Caridad.
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