Perdido el prestigio en la U.E. y en la
OTAN,
que ya han conocido sus falaces
artimañas,
sobrevuela naciones y mares, afanado
en que le consideren un líder
importante,
adalid “ progresista “, que alza la
bandera
contra la “ oligarquía, la
ultraderecha
y la Internacional del odio y la mentira
“.
En su país no puede pisar la calle,
porque las voces, contra él airadas,
le abuchean y le gritan “ las verdades del
barquero”;
sólo acude, fuertemente escoltado,
donde sabe que le esperan sus
entusiastas
forofos, que van menguando,
y sus recompensados mamporreros.
Instalado en el poder, es el paradigma del
ambicioso
autócrata, rodeado de nepotismo y
corrupción.
No hace falta ahondar en más
detalles,
para saber quién es. Hace y deshace a su
gusto.
Pagado de sí mismo, cree que la Democracia es
él.
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