Déjense de “ mandangas “ y demás
tonterías,
los problemas no se arreglan con mentiras y
golferías.
Se provocan conflictos artificiales, para
distraer
la atención de los temas acuciantes,
que
más preocupan a la mayoría de la
gente.
El acceso a la vivienda, al trabajo y
a
otras necesidades esenciales,
afectan
a gran parte de la población, y su
perentoria
solución no se remedia a base de
parches,
promesas de futuro y flacas
subvenciones.
A los gobernantes corresponde
conocer
y dar solución a las mencionadas
carencias
con equipos competentes, honrados y
decentes.
Al personal, harto de tantas fechorías, le
importa
que se vaya directamente al grano y que se
activen
con prontitud las medidas eficaces,
tantas veces anunciadas y repetidas.
Pero el Gobierno va a la suya:
defender lo indefendible, salvarse de las
eventuales
responsabilidades políticas o penales, protegerse
con la reorganización
judicial, culpar a “ cuatro golfos sanchistas “ de la corrupción;
inquieto por lo que pueda “ saltar “ cada
día,
restringir la libertad de opinión y
expresión,
evitar que lo de las saunas salpique al
encumbrado yerno
-cada vez más
delgado y demacrado –.
En fin, no dejamos de ir a peor; acercándonos al
modelo
dictatorial bolivariano. O nos levantamos, o
pereceremos.
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