La familia, considerada como
célula fundamental de la sociedad,
ha sufrido cambios que modifican
su concepción tradicional.
Se han convertido en normales
las distintas fórmulas y uniones
convivenciales, alejadas de las
hace años reinantes.
Gusten o no, las nuevas realidades
hay que reconocerlas y aceptarlas,
por estar asumidas socialmente
y amparadas legalmente, si no son
aberrantes, aunque no se ajusten
al Derecho Natural.
Lo cual dista mucho y no justifica
el espectáculo multicolor, de pésimo gusto
y provocador de las celebraciones
grotescas LGBT.
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