No hay que mirar hacia arriba,
para comprobar que, a ras de suelo,
hay también mentirosos y
victimistas.
Éstos son contumaces pleitistas,
aunque la razón no les asista.
En los casos más graves,
se alteran y gritan para llamar la
atención,
vociferando sus fobias sin ton ni
son.
Si los que le escuchan callan o, para que se
calmen,
intentan apaciguarles, se convierten en
blanco
de sus tendenciosos disparates.
Hablarles de prudencia y
objetividad,
les enfurece más; alardean de saberlo
todo,
y reniegan del pesebre, que antes sus penurias
alivió.
¿ Siempre fueron así, o es que el rumbo de la
vida
les desvarió ?
Ellos sabrán. “ Su verdad “ debe tener
tantos claros-oscuros, que no valen
la pena indagar ni divulgar.
En fin, son pobres personas,
propensas
a relacionarse donde pueden
destacar.
Su refugio y “ pulpito “, fuera de casa, suele
ser
el interior o la terraza del
bar.
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